Más que unas siglas
En 1960 años el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz creó los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) para que el pueblo se sumara a la lucha por sostener su libertad. Cualquier ciudadano podía velar por la tranquilidad de los demás, toda persona tenía el deber y el derecho de defender la soberanía; 51 años después, la esencia es la misma pero el alcance de la mayor organización de masas del país alcanza límites insospechados.
A veces subvaloramos el papel de los CDR y es que hay acciones que surgieron a partir de ellos y hoy nos parecen parte natural de cotidianidad. Trabajos voluntarios para higienizar y embellecer los barrios, actividades para los niños, atención a personas discapacitadas o familias disfuncionales tienen en esta organización un apoyo indiscutible.
Hoy nadie se cuestiona por qué cuando alguien enferma todos en la cuadra quieren ayudar o si necesita reparar la casa surgen decenas de manos, estas muestras de apoyo, pequeñas en principio, nos educan la solidaridad que luego entregamos al país y al mundo.
Si la familia es la célula fundamental de la sociedad, el barrio, esa otra casa fuera de las puertas del hogar, constituye el micro país donde aprendemos a vivir, el complemento en el proceso educativo, el mundo exterior que nos acoge.
Para los que lo valoran como una organización superflua, un consejo, repasen su vida y vean cuántos momentos felices, dolorosos o importantes han pasado con la compañía de las personas de su barrio, ellas son las que conforman el CDR.
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