Más que un guerrillero

Hace algunos años tuve la oportunidad de ver un documental que se titulaba Ausencia presente. A través de un diálogo, con inmensa carga emotiva, una hija hablaba del padre que apenas tuvo tiempo de conocer, del hombre que marcaría su vida…la entrevistada se llamaba Aleida, el padre, Ernesto Guevara de la Serna.

Mucho había leído del Che y sus hazañas, conocía de memoria su azarosa vida de guerrillero, pero redescubrirlo como padre fue definitorio para mí. Algunos dicen que en la vida no se puede hacer todo bien: trabajar o defender una idea y criar a los hijos pero, ¡ese hombre inmenso había logrado todo!, ¡fue capaz de entregar su vida por la libertad de los pueblos y aun así sus hijos lo aman y lo respetan como padre!

¡Pero el Che también fue un joven impetuoso, soñador y enamorado! Eso lo descubrí al ver la película Diario en Motocicleta, sobre la aventura del joven Ernesto y su amigo entrañable Alberto Granados por Latinoamérica. Ellos recorrieron ciudades, durmieron bajo las estrellas, rieron, fueron testigos de la explotación del hombre por el hombre y ¿qué decir de los días que pasó el Che entre los leprosos, socorriendo a las quebrantadas almas?

Cuando creo que nada nuevo puedo descubrir del Guerrillero de América se me aparece diferente, renovado, se me muestra niño tenaz, joven, padre amantísimo, hombre inmortal…