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¿Terroristas?

Contra la prisión psicológica

Contra la prisión psicológica

René González Sehwerert es víctima de una injusticia mayúscula, luego de 13 años en prisión por luchar contra el terrorismo en el seno de los Estados Unidos, el sistema judicial norteamericano presenta como requisito que los tres años de libertad supervisada transcurran dentro de su territorio y no en Cuba.

Por si fuera poco se le prohíbe acercarse o visitar lugares que frecuentan individuos o grupos terroristas, requisito inaudito si se tiene en cuenta que esos “individuos o grupos” en estos momentos son los más peligrosos enemigos de René, requisito además necio pues demuestra que el gobierno de Barack Obama reconoce la existencia de cédulas terroristas en su país y no hacen nada para detenerlas.

El caso de René se suma a la larga lista de pruebas, no sólo es culpable la actual administración, la que no ha dejado de ser cobarde en sus decisiones, en Estados Unidos existe de toda una tradición de acusar de terrorismo al mundo mientras comenten o apoyan actos viles contra personas inocentes.

Lejos de su esposa e hijos y sólo si se aplica un dudoso beneficio por buena conducta, René saldrá de la cárcel física el próximo siete de octubre, la otra prisión, la psicológica a que se someterá en territorio enemigo, tampoco podrá doblegar sus principios revolucionarios y la lucha de millones de personas.

La humildad también con la Revolución

La humildad también con la Revolución

Se presentó sólo, ofreciendo su historia: “no soy nadie, pero creo que puedo transmitir un mensaje a los que no tienen aliento”, conversamos y prometí visitarlo, nos citamos un día pero al otro por accidente borré la entrevista y estuve meses evadiendo la vergüenza de explicarle, él fue más insistente que yo y me di cuenta de que tenía razón: quizás no era el gran compositor pero valía la pena contar su historia.

Escogimos un nuevo sitio para el reencuentro, el Conjunto Escultórico Ernesto Guevara; la mañana amenazaba con lluvia y el viento azuzaba los rostros, comenzamos por segunda vez una entrevista, por primera, el descubrimiento de cuánto hay de lealtad a la causa revolucionaria en todos los hombres.

Su nombre, Idalberto Leyva Oña, su procedencia, la más humilde de nuestra Cuba.

Yo: Idalberto, ¿alguna vez estudió música?

Él: No, nunca, cuando era un muchacho estuve en judo, en la escuela de deportes y un día me colé en la de arte, que estaba al lado y así estuve varias jornadas yendo a clases hasta que me descubrieron y tuve que regresar al judo, que al final no era lo mío, fue lo más cerca que estuve de estudiar música.

Yo: ¿Y en qué momento decide comenzar a componer?

Él: Desde pequeño comienzo a realizar versiones, con las enseñanzas de la vida me doy cuenta de que soy un compositor, quizás no bueno, pero necesito expresar mis sentimientos y en la música encontré el camino.

Yo: ¿Recibió el apoyo de la familia, los amigos?

Él: Mi familia me exigió trabajar, tenía que mantener a mis hijos, a mi esposa, trabajé duro y formé un hogar, que me perdonen mis amigos, que los quiero mucho, pero nunca me apoyaron, muchos me decían que yo estaba loco, que lo que no me gustaba era trabajar, porque a los negros y a los músicos lo que no les gusta es trabajar.

Llama mi atención entonces el tono de su piel, cercano al de nuestros verdaderos ancestros, a las raíces africanas…a esa frase popular de que “en Cuba todos los negros son músicos o deportistas”, pero encontré a un hombre sin raza, con el amor por la Patria por color y determinación para cumplir su cometido en la tierra.

Yo: ¿Por qué es recurrente el tema de los Cinco Héroes en sus canciones?

Él: Creo que nosotros, los que nos sentimos artistas, debemos elevar la voz porque la música es el lenguaje más universal e inmediato, a esos cinco muchachos que están presos en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, a esos jóvenes y sus familias les debemos respeto y constancia en la lucha, como dijo Fidel Castro, nuestro Comandante en Jefe, con palos, con piedras y hasta con los dientes hay que defender las causas justas.

Entiendo entonces su razón de vivir, quizás los premios no lo acompañen, aunque algunos reconocimientos me mostró, pero el sentimiento de cubanía, ese, es permanente. Termina el encuentro y se aleja cantando:

…Oye mi guaguancó, lleno de amor solidario,

a cinco revolucionarios, que sufren larga prisión,

en la cárcel del imperio que no tiene corazón…